Hay más de una semejanza entre la vida de los estudiantes de la tuna y de los antiguos caballeros errantes, juglares y trovadores de la Edad Media. Pobres y nómadas como los primeros; poetas y músicos, como los segundos, así nos lo representan las estampas y canciones populares, cantando bajo ventanas y balcones, y tendiendo su bicornio para pedir un cuarto o una peseta a cambio de sus jotas y de sus seguidillas.